Adiós, papá

El pasado 2 de junio de este año, 2023, mis hermanos y yo, nuestros tíos y demás familia, amigos y allegados, nos vimos en la desoladora situación de tener que despedirnos permanentemente de nuestro padre, hermano, amigo, Manuel.

Nació hace tan solo 66 años en Mieres, Asturias.

El primogénito de sus padres y el primer nieto. Muy querido, esperado y mimado en el seno de su familia. A veces, como suele pasar, incomprendido. Su infancia fue como la de tantos niños de aquel entonces: quizá no tan dura como la de su padres o abuelos, pero no tan fácil y despreocupada como las de otras generaciones. Siendo el mayor, y miembro de una familia numerosa, era de recibo echar una mano en todas las tareas en que se precisase su colaboración. Por lo que tengo entendido, se veían en él una serie de cualidades que hacían ver un futuro muy prometedor. O no…

Buen estudiante, deportista y algo rebelde… Porque cada cual escoge su camino, así también lo hizo él.

Y es que, a pesar de que sus padres lo alentaban, lo acuciaban, para estudiar la carrera de medicina, él tuvo claro, tras un breve paso por dicha facultad, que no estaba hecho para aquello; que no era para él.

Eran tiempo aquellos de flores, libertad, un nuevo horizonte, una vida bohemia, para soñadores… En su fuero interno se cocía el interés por la artesanía. Siempre había sentido cierto gusto por hacer, crear cosas con sus manos. Su mente despierta, curiosa, se puso en marcha y… Un día, tras tantear con otros materiales, el cuero llamó a su puerta. El resultado… Bueno, solo debéis echar un vistazo a las entradas de este blog para ver algunos de sus trabajos.

Es difícil ser imparcial al hablar de mi padre. De Manuel. Para lo bueno y para lo malo, sería difícil ser objetiva. Pero sí que puedo decir que era un tipo muy legal. Y no hablo de las leyes de la justicia; sino de las humanas, ya que trataba a los demás con respeto (excepto, claro, en las diversas ocasiones en que se cruzaba con algún imbécil…), tratando de ver más allá de lo meramente superficial. Otra de sus cualidades era la paciencia. Los que lo conocíamos lo sabemos bien.

Han sido unos largos 40 años de pieles, tintes, hilos, agujas, patrones, venta callejera, ferias, mercados, carreteras… y risas, porque a pesar de los infortunios, que indudablemente traen pesar y lágrimas, siempre salió adelante dado su amor por la vida.

La huerta, una de sus aficiones, que lo mantenía ocupado y entretenido durante horas….

Sin olvidar otra de sus facetas, que para él estaba por encima de todo lo demás: la de padre.

Y recientemente (6 años), la de abuelo.

Ahora, donde quiera que esté, que se tome su merecido descanso.